lunes, 27 de abril de 2015

SE LLAMA VICTOR HERMOSILLO Y CELADA.



La historia de una niña permeó en mi imaginario cuando leí la patética declaración del Senador Víctor Hermosillo y Celada al expresar que con el ejercicio de los derechos a la libertad y a la libertad de elegir y decidir de las mujeres “les ha ido peor”. 
 
Lenguaje excluyente, denigrante, misógino, que borra de un tajo la lucha histórica que hemos dado muchas mujeres por alcanzar en condiciones de igualdad los derechos protegidos en el marco jurídico mexicano e internacional; que proviene de un hombre que ostenta una representación política, y ello lo obliga a defender derechos que muy seguramente en su carrera política ha aprobado con su voto, característica de la doble moral que les caracteriza; y refleja sin duda la carga androcéntrica que permea todavía en un sector conservador, y que ha sido la puerta abierta para un sinnúmero de violaciones a los derechos humanos de las niñas y las mujeres.
Esta niña por ejemplo se preguntaba desde pequeña ¿Qué grado de libertad podría tener una niña? ¡Claro! Lo hacía en el contexto de vida de un país como Pakistán, ya que nació en un valle llamado Mingora.
Y esta pregunta sería bueno que la respondiera el Señor Senador ¿qué grado entonces de “libertad” deberíamos tener las mujeres y las niñas en México?
Tal vez para este Señor Senador las niñas no deberían ir a la escuela, porque justo es la educación el primer paso para hacer conciencia de que somos humanas y tenemos derechos y eso para él es dañino para las mujeres, por lo tanto la lucha que casi llevó a la muerte a Malala en “pro de la educación de las niñas y contra aquellos, como los talibanes, que querían mantenernos ocultas” (Malala, 2014:17) ¿ha sido en vano?
¿Han sido en vano también –para él por supuesto- los esfuerzos para que las mujeres denuncien a sus agresores? ¿No importa que 7 de cada 10 mujeres sean víctimas de alguno de los tipos de violencia?
¿No importa que todavía en México 42.7 mujeres por cada 100 mil nacimientos mueren, o que el 17.7% de embarazos en el país sean de niñas menores de 20 años, o, los porcentajes que existen de cáncer de mama y cáncer cérvico uterino, o que la cuarta parte (25%) de los hogares mexicanos tienen jefatura femenina? 
 
Tal vez tampoco el señor Senador reconocerá la aportación en el ingreso de los hogares que realizamos las mujeres: el 88.1% de los ingresos de las mujeres son de procedencia directa, o que en el 31.0% de los hogares mexicanos las mujeres son las principales preceptoras del hogar; entre muchos otros datos1 que hoy ya se han hecho visibles y que sustentan porqué las mujeres mexicanas necesitamos que el ejercicio de nuestros derechos a la libertad y a la libertad de elegir y decidir de las mujeres, se garantice.
Por eso son patéticas sus declaraciones Senador, por eso lamentamos que su voz aliente una cultura hacia la violación de la garantía que las mujeres hemos conquistado para ejercer nuestros derechos con libertad, invisibilizando la contribución que hacemos las mujeres ya que según Usted, si las mujeres ejercemos nuestros derechos “nos va peor”.
Respetar, defender, proteger y garantizar los derechos de las mujeres está consagrado en la Constitución -Señor Senador- incluso precisa, que debe hacerse “bajo los principios de universalidad, interdependencia, indivisibilidad y progresividad” por ello nuestra obligación es garantizarlos en el marco normativo y vigilar su cumplimiento en el ejercicio de las políticas públicas.
Y por ello me parece oportuno visibilizar uno de los muchos mensajes que han destacado el valor de la una niña que ha sido condecorada con el Premio Nobel de la Paz (2014) convirtiéndose en la ganadora más joven que lo haya recibido:
Yo no hablo por mí, sino por aquellos cuya voz no puede ser oída. Aquellos que han luchado por sus derechos. Su derecho a vivir en paz. Su derecho a ser tratados con dignidad. Su derecho a la igualdad de oportunidades. Su derecho a ser educados”2

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1 Datos de Instituto Nacional de las Mujeres, consultados en www.inmujeres.gob.mx

2 Yousadzai Malala. Yo soy Malala, Alianza Editorial, S.A. Madrid, 2013

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