A transformar el rostro de México
Juan Carlos Lastiri
Todo proceso político-social requiere de
tiempo para desarrollarse y demostrar si sus objetivos fueron cumplidos. No
obstante, esto no implica que en la operación estos
cambios no muestren caminos claros de que tan posible es lograr las metas.
Nuestro país ha tenido una historia complicada en términos de estos procesos.
Podemos decir que las décadas pasadas vivimos épocas de bonanza económica y de
crisis que llevaron a tener cambios bruscos en la toma de decisiones con lo que
no se permitió, quizá, asentar las bases de una política de largo plazo;
siempre lo necesario era atacar las condiciones de un momento. También podemos
decir que estos choques económicos fueron suavizados con una política
macroeconómica sólida instaurada a partir de la última crisis fuerte de nuestro
país a finales de 1994 y principios de 1995. Y a partir de estos cambios se ha
podido tener mejores escenarios para plantear la política de desarrollo de
nuestro país, se ha fortalecido la participación social que ha sido un actor
crítico para consolidar el sistema democrático de este país. Las últimas dos
décadas son sin duda en las que se ha forjado la democracia mexicana. Y este
proceso ha permitido que hoy se tenga claro que la construcción de un gobierno
no es asunto de un partido, una persona e incluso de un sistema político; hoy
es claro que el desarrollo de México está en función de todos los mexicanos. A
partir de este postulado, la administración del Presidente Peña Nieto trazo
desde un inicio la ruta a partir de la cual se desarrolla un gobierno capaz de
lograr transformar el rostro que como país teníamos en 2012.Todos recordamos
los foros sociales y las alianzas con los actores públicos y privados para
impulsar reformas que cambiarán de fondo el status quo de sectores que
requerían dinamizarse y que sin ellas, no podrían hacerlo. Y año con año se
reafirma la voluntad política del Gobierno de la República por seguir
impulsando los cambios iniciados que están transformando al país. Muestra de
ello esta semana el Presidente Peña anuncio cinco objetivos para este 2015: El
primero, fortalecer el respeto a la ley y a los derechos humanos; el segundo es
continuar poniendo las reformas en acción en un marco de plena estabilidad
macroeconómica; el tercer objetivo es ampliar la transparencia y mejorar
instrumentos de combate a la corrupción; el cuarto es acelerar la construcción
de infraestructura y vivienda en nuestro país; y el quinto, reforzar las
acciones contra la pobreza y el desequilibrio regional. Para avanzar en estos
objetivos es claro que el ejercicio de gobierno, como sucede en las democracias
más avanzadas, requiere de la vinculación de la sociedad y de los gobernantes
para crear el gobierno que deseamos, estemos claros que esto no depende de un
solo actor y tal parece que hay logros que pueden estimular esta relación. Por
mencionar, esta semana el INEGI informó que nuestro país creció a una tasa del
2.1%, que representa un crecimiento importante frente a economías como la
brasileña que sólo creció un 0.1% y todo Latinoamérica y el Caribe que en
promedio lo hicieron en 1.2%. Iniciamos el año con el mejor desempeño económico
esperado ya que, se generaron más de 60 mil nuevos empleos formales y se tiene
la inflación más baja de un enero en muchos años. La transformación de un país,
de una realidad, del entorno en el que vivimos, no depende de una sola persona,
de una sola autoridad, sino más bien de conjuntar esfuerzos y de hacerlo de
forma proactiva, positiva y constructiva. Tal parece que las cifras dan cuenta
de que el país está avanzando por la ruta correcta. El camino no ha sido fácil,
y tampoco hemos llegado a la meta; pero tenemos que seguir adelante si queremos
cambiar el rostro de México, tal y como lo afirmara el Presidente Peña Nieto,
el pasado viernes ante la Comunidad Judía.
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